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sábado, 16 de mayo de 2009

sólo el Evangelio, (horizonte de la Op.María)

>>Deja a los que te siguen sólo el Evangelio. De este modo, el Ideal permancerá. Es evidente que, en el tiempo en que tú vives y viven los demás, han sido útiles algunos conceptos, frases y eslóganes que mostraban el Evangelio acorde con la época moderna; pero estos pensamientos, estos dichos, estas "palabras de vida" pasarán.<<

 

 Cuando la unidad entre los cristianos esté prácticamente realizada, el ecumenismo ya no será una meta lejana; cuando hayamos alcanzando en el mundo una relativa unidad, ya no se hablará de este hombre-mundo como un ideal pendiente; cuando este mundo predominantemente ateo esté impregnado de la realidad de Dios, el ateísmo no destacará tanto.

 La misma espiritualidad de la unidad, que hoy es una medicina para este tiempo, una vez alcanzado su objetivo será colocada junto a todas las demás, nacidas de los distintos carismas que Dios ha dado a la Iglesia a lo largo de los siglos.

 

 >>Lo que queda y quedará siempre es el Evangelio, que no sufre el desgaste del tiempo: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mt 24, 35)<<

 

 Y en este caso se trata de todas las palabras de Jesús.

 

Siento que sin duda hemos de adecuarnos con todas las fuerzas al tiempo en que vivimos y seguir las  inspiraciones particulares que Dios nos da para llevar y cultivar el reino de Dios en nosotros y en  los que nos han sido confiados. Pero todo esto lo tenemos que hacer sabiendo que la vida es transitoria, sabiendo que existe la Vida eterna que Jesús anunció con su Evangelio.

 

Tenemos que subordinar en nuestro corazón todas las ideas, los modos de hacer útiles pero no puramente evangélicos,  y renovar constantemente nuestra fe en el Evangelio, que no pasa. Esto da garantía de continuidad a una Obra como la nuestra, abierta a todas las vocaciones de la Iglesia, cada una nacida de una palabra de Dios.

 

        Pero lo que siempre tendremos que hacer será volver constantemente a los inicios del Movimiento y recordar cómo nos ofreció Dios la clave preciosísima para entrar en el Evangelio. Me refiero a la historia del Movimiento, pequeña, breve, pero que fue, es y seguirá siendo para nosotros una chispa siempre necesaria como punto de partida para encender la vida evangélica en todo el mundo.

 

De este modo, la Obra de María permanecerá en la tierra verdaderamente como otra María: toda Evangelio, nada más que Evangelio y que, porque es Evangelio, no morirá.

 

Chiara Lubich

(del libro de "María, transparencia de Dios")

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