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jueves, 26 de febrero de 2009

discurso politico con la "p"

Puestos a prodigarnos en palabros con “p” en el preámbulo del pimpam papeletero.

Pos paso a perpetrar una parrafada politicosa (con la p):


Para pedir, pidamos principalmente: pan para pobres, paz para pueblo.

Pedimos poseer poderoso peculio, propiedades, poder, privilegios, pujante porvenir. Pasear por paraísos perdidos, poblados por perennes palmeras playeras, pintorescos pájaros, pececillos poli cromáticos.
Pretendemos puestos perpetuos, prevalecer. Precisamos popularidad, ponderación por perfeccionarnos profesionalmente, primeros puestos.

Pretensiones pasajeras, pero…¿profundamente?, ¿personalmente?.
Pensemos, pues, profundicemos: país problemático; pasaron penosas presidencias, pactos políticos peligrosos, politiqueros prófugos, piqueteros, población pauperizada, paros, protestas, provincias postergadas, poco presupuesto policial, pocas posibilidades para Pymes, para proletarios, peor.
Poca producción por pésimas privatizaciones. Peligrosas políticas prestamistas. Pasmosas partidas presupuestarias perdidas. Partidos políticos peleando… presidente/parlamento, ¿podrán? (Paralelamente preguntémonos: ¿pudo preverse?).

Provocaron pavorosas previsiones y produjeron profunda preocupación provinciana.

Penoso, preocupante… posiblemente. Pero perfectible, pasará…
Preferentemente presentemos proyectos; propongamos públicamente: producir. Procurémonos picos, palas, pensamientos puros, plumas, papel para palabras positivas, perseverancia y paciencia.
Participemos. Pidamos puesto,… parte. Promovamos principios propios, plurales. Permutemos paisajes prehistóricos por paisajes prometedores.

Puede pasar.
Pueblerinos…paisanos: ¡podemos progresar!
Pongámonos pilas porque podemos prodigarnos progresivamente por prójimo.
¡Padre, por piedad!, ¡¡protégenos!!

 

¿Perdí permanentemente la pinza?... Posiblemente.

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domingo, 22 de febrero de 2009

1609: Galileo y la primera observación con telescopio


Galileo Galilei, retratado por Justus Sustermans. | Reuters

Galileo Galilei, retratado por Justus Sustermans. | Reuters

  • Con motivo del Año Internacional de la Astronomía, Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional, nos invita a un recorrido por los hitos cruciales de estos cuatro siglos de historia del telescopio.

El Sol, considerado hasta entonces símbolo de perfección, tenía manchas. La Luna tenía una superficie irregular con valles y montañas. Saturno tenía unos apéndices extraños, etc. Pero sus observaciones más trascendentales fueron las que realizó de Júpiter. Demostró que este planeta estaba rodeado de lunas y era similar a un mini-sistema solar, lo que constituyó un poderoso argumento en favor del universo copernicano.

El telescopio desveló, por primera vez desde la Antigüedad, muchísimas estrellas y fenómenos que eran demasiado débiles para el ojo humano, iniciándose así la Astronomía moderna.

Galileo Galilei nació en Pisa el 15 de febrero de 1564. Era hijo de un músico y aunque comenzó estudiando medicina en Pisa, pronto se pasó a las Matemáticas. Fue profesor primero en Pisa y luego en Padua desde 1592 hasta 1610. En 1609, mientras se encontraba en Venecia, se enteró de un descubrimiento realizado en Holanda que consistía en un tubo con dos lentes y que permitía que los objetos lejanos apareciesen mucho más cercanos.

Un telescopio artesanal

Galileo era un hábil artesano y construyó casi inmediatamente (se dice a veces que el primer tubo utilizado fue uno de órgano) ese telescopio de 8 aumentos con el que realizó la primera demostración en Venecia.

Tal demostración le supuso a Galileo un aumento de su salario en Padua y, sobre todo, propició que, Cosme II de Medici, Gran Duque de Toscana, le ofreciese un puesto de matemático y filósofo en Florencia, puesto que mantuvo desde 1610 hasta su muerte en 1642.

Los descubrimientos realizados con sus telescopios hicieron de Galileo un copernicano convencido. Sus mayores argumentos a favor del sistema heliocéntrico provenían de la observación de que las lunas de Júpiter constituían un sistema parecido a lo que debía ser el sistema solar, y de la constatación de que Venus pasaba por fases similares a las de nuestra Luna. Y fue su militancia por el sistema copernicano lo que propició que sus enemigos le atacasen, fomentando un escándalo religioso ya en 1616, cuando el Santo Oficio condenó la teoría copernicana.

En 1632 Galileo publicó el 'Diálogo sobre los dos grandes sistemas del mundo', que contenía una discusión sobre los méritos relativos de los sistemas ptolemaico y copernicano. El libro ofrecía todas las pruebas que las observaciones con telescopio habían proporcionado a favor del sistema copernicano y concluía abiertamente con las grandes ventajas ofrecidas por este último.

Acuarelas de Galileo con las distintas fases de la Luna. | Corriere della sera

Acuarelas de Galileo con las distintas fases de la Luna. | Corriere della sera

La Iglesia le sometió a un proceso en el que Galileo se vio obligado a abjurar públicamente de la teoría copernicana, lo que le permitió ser condenado únicamente a un 'arresto domiciliario' y a recitar unos salmos semanalmente como penitencia. También se le prohibió, por el resto de su vida, el publicar nuevos trabajos o el reeditar los anteriores.

La Historia nos muestra que más que menoscabar la reputación de Galileo, su proceso acabó haciendo un daño enorme a la reputación de la Iglesia católica. Aún en nuestros días 'el caso Galileo' suscita discusiones encendidas en la Iglesia y en la sociedad en general.

Por ejemplo, en fecha tan reciente como enero de 2008 ha habidomanifestaciones multitudinarias en Roma defendiendo o rechazando la actitud de la Iglesia ante este caso. Y, sin embargo, como señala Ortega y Gasset, aquella deplorable escena fue originada "más que en reservas dogmáticas de la Iglesia, en menudas intrigas de grupos particulares".

Sea como fuere, el proceso de Galileo constituye aún hoy en día un símbolo del poder de la racionalidad y el valor de la Ciencia. Como símbolo de la racionalidad, Galileo ha sido bautizado como 'padre de la Ciencia'. Desde un punto de vista meramente astronómico, hay que subrayar que Galileo nos abrió, por primera vez desde la Antigüedad, un universo nuevo, pletórico de fenómenos que esperaban nuestros descubrimientos y estudios, por ello tiene bien merecido el título de 'padre de la Astronomía moderna'.

Curiosidades:

* Las lentes se usaron para ayudar a las personas con problemas de visión desde finales del siglo XIII. Es natural suponer, por tanto, que hubo telescopios bastante antes de que Galileo construyese el suyo. Johann Lippershey en Holanda, Giambattista Della Porta en Italia y, antes de ellos, Juan Roget en España, figuran entre los constructores de telescopios pre-Galileanos. Ellos no restan mérito a Galileo, quien supo utilizar este instrumento para transformar la Astronomía.

* Los extraños 'apéndices' (similares a dos asas) observados por Galileo en Saturno estaban causados por la apariencia de sus anillos, pero esto no se demostraría hasta que Huygens utilizó telescopios más potentes medio siglo más tarde.

* Galileo no escribió su obra 'Diálogo sobre los dos grandes sistemas del mundo' en latín, sino que lo hizo en lengua vulgar, quizás para atraer al público general más que a los teólogos. Esto fue considerado como un atrevimiento pues la hipótesis copernicana se consideraba sin confirmar y peligrosa para el público general.

* Galileo ha inspirado la designación de los cuatro satélites mayores de Júpiter observados por él como 'satélites galileanos'. Hay un cráter 'Galileo' en la Luna y otro en Marte. La misión 'Galileo' fue una sonda lanzada por la NASA en 1989 para penetrar en la atmósfera de Júpiter.

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lunes, 16 de febrero de 2009

Pascual Foresi – conocimiento y saber humano en el carisma de la unidad.

…De hecho, yo tengo un conocimiento subjetivo de mí, limitado por lo que capto de mí mismo. Otra persona, cualquier persona, a su vez, me conoce de una manera distinta de la que yo me conozco. En cambio, Dios, y solo Él, me conoce de la manera en que se conoce a sí  mismo en las relaciones trinitarias, es decir, subjetiva y objetivamente a la vez.

Entonces, ¿cómo podemos conocer algo objetivamente? Podemos hacerlo si lo captamos desde dos puntos de vista opuestos. El amor, el ágape es lo único que hace posible esta conjunción.

Yo me conozco cuando me sitúo en el otro y me veo desde su punto de vista; por lo tanto me conozco mediante un acto de amor, no intelectualmente. El acto de situarme en la otra persona me permite captar lo que ella conoce de mí, que unido al conocimiento subjetivo que tengo de mí, me permite conocerme objetivamente.

En este sentido, puedo establecer la unidad con otros en un plano nuevo, el del conocerme y del conocer. Por eso, el amor, que mantiene viva la presencia de Jesús en medio de nosotros (Mt 18, 20), nos hace partícipes de la vida de la Trinidad también en el sentido de que nos permite participar, en la medida de lo posible, en el conocimiento perfecto y completo que el Padre tiene del Verbo y el Verbo del Padre. Por lo demás, éste es el tipo de conocimiento que el mundo contemporáneo anhela, aunque a veces no sea consciente de ello.

Esto fortalece nuestra convicción de que, mediante una concepción más rica y vital del ser, el carisma de la unidad puesto en práctica ofrecerá también un conocimiento más pleno al saber humano.

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