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domingo, 19 de julio de 2009

una historia del tiempo II


Erase una vez, en una de los 100000 millones de galaxias que habitaban un espacio de más de 80000 billones de años luz, que vivía una estrella gigante (de unos 15 millones de km de diámetro), rodeada por 200000 millones de estrellas que habitaban esa misma galaxia, orbitando todas en torno a un superagujero negro en el centro de esta.

Vivía esta estrella, al modo que lo hacen todas las estrellas, fusionando hidrógeno en helio en su núcleo, emitiendo una luz amarillenta y calentándose cada vez más. Llegó un día en que se acabo todo el hidrógeno de su núcleo, con lo cual comenzó a fusionar el helio, transformándolo en carbono, la estrella se volvió rojiza y creció de tamaño. La estrella continuó creciendo calentándose, principalmente en el núcleo donde sucesivamente se agotó el helio y fusionó el carbono, se agotó el carbono y fusionó el magnesio, luego le llego el turno al neón, etc. Poco a poco en la estrella se iban formando capas, con hidrógeno y helio en la superficie, carbono, debajo de estos, magnesio un poco más abajo, hasta llegar a un núcleo de silicio. Cuando el núcleo de la estrella alcanzó los 3000 millones de grados la estrella llegaba ya a su senectud, en su corazón comenzaba a aparecer ya el hierro, y esto sería su fin, pues cuando el silicio de su núcleo se hubo transformado en hierro y este hubo alcanzado la suficiente presión y temperatura, algunos átomos de hierro se rompieron en mil pedazos, separándose los neutrones de los protones y haciendo a la estrella colapsar sobre sí misma y explotar en mil pedazos.


Cuentan que fue una explosión potentísima y grandiosa, nuestra estrella se había transformado, por un corto periodo, en una supernova bellísima, que pudo verse desde todo el espacio durante varios días, mostrando todo su esplendor y todo su poder, en esos días liberó más energía que toda la que había liberado en los cientos de millones de años desde su nacimiento hasta entonces, brillando más que una galaxia entera. Pero, tras su esplendor como supernova, quedo reducida a una densa y brillante esfera de neutrones , de tan solo 20km de diámetro aunque con una densidad de 1millón de toneladas por centímetro cúbico, que giraba frenéticamente, sobre sí misma, más de 100 veces por segundo. Nuestra estrella se transformó en un pulsar o estrella de neutrones.


Dicen además, que, en la explosión, muchos de los elementos de las capas superficiales comenzaron a fusionarse formando todos los elementos más pesados que el hierro, hasta completar 88. Todas las capas de la estrella salieron disparadas formando una enorme nube de partículas y llegando a una nebulosa cercana. Y fue el frenesí de la luz pulsante de la estrella, que provocó un gran viento en torno que apartó rápidamente la nube de materiales que la envolvía.


Fue en esos días que las ondas de choque de nuestra supernova, que alcanzaron a todo lo que se encontraba a 20 años luz a la redonda, llegaron también, junto con la nube de materiales, a la nebulosa cercana, haciendo que los gases y materiales chocasen y se comprimiesen.

Durante los siguientes años, la onda expansiva recorría la nebulosa, haciendo que el gas rotara sobre sí mismo y se comprimiera, formando espirales. Una parte de los materiales procedentes de la supernova comenzaron a girar en torno al centro de una de estas espirales, donde el gas hidrógeno se iba poco a poco comprimiendo y calentando por la fricción, al contraerse la espiral e ir apartándose del resto del gas de la nebulosa, esta iba girando cada vez más rápido, para conservar su momento angular, lo que producía a su vez una mayor fricción y compresión en los gases del centro, lo que a su vez hacía que la gravedad actuase cada vez más fuerte, sobre todo en el centro, provocando una contracción cada vez mayor, lo que hacía que girase más y más rápido, más y más fricción y más y más temperatura, hasta que se formó un trozo denso de materia en el centro que se calentaba más y más por la fricción y crecía, había nacido una protoestrella.


Un día, hace 4500 millones de años, la protoestrella, que ya tenía 1millón de km de diámetro, alcanzó los 10 millones de grados y fue entonces cuando en su centro el hidrógeno se comenzó a fusionar para formar helio, emitiendo fotones y energía en el proceso, acababa de nacer la estrella llamada Sol. En la espiral de gas y polvo fino (parte procedente de la supernova) que orbitaba entorno al Sol, hacía ya tiempo que había comenzado el proceso de acreción, al friccionar los átomos del polvo y el gas entre sí se crearon cargas electrostáticas que fueron apelotonando los átomos entre sí, formando cúmulos y pedazos de materia cada vez más grandes, cuando los pedazos tuvieron un cierto tamaño (alrededor de 1km de diámetro), comenzó a actuar la gravedad, haciendo colisionar unos pedazos con otros y formando pequeños planetesimales que más tarde llegarían a ser planetas, estaba naciendo el sistema solar.

La gravedad ejerce igual fuerza en todas las direcciones y su efecto es siempre el de atraer masa al centro de otra masa, es por esta propiedad que puede convertir a cualquier cuerpo en una esfera, cualquier cuerpo que supere los 480km de diámetro no puede presentar otra forma, por eso todos los planetas se aproximan a la forma esférica.

Cuentan que todos los planetas que hoy orbitan en torno al Sol, proceden del mismo disco de gas y polvo que giraba en torno a la joven protoestrella, cuando el centro del disco, colapsó para formar el futuro Sol, el resto de la materia se fue alejando y al alejarse, la materia, se fue enfriando, dado que los diversos tipos de materia se condensan a diferentes temperaturas, en el sistema solar interno, donde la temperatura era de varios cientos de grados, se condensaron los elementos metálicos, dando origen a planetas metálicos, como mercurio, 50 millones de km más hacia el exterior, la temperatura era 500grados más baja, a esa temperatura se condensan materiales más rocosos y como consecuencia se formaron los planetas rocosos, por fin 450 millones de km más hacia afuera la temperatura era lo suficientemente baja (menos de 37grados) para que se condensaran y helaran los gases y allí se formaron los planetas gaseosos y helados.

Dicen que en el sistema solar primigenio no había mucha cantidad de roca y metal, constituían el 0,6% de toda la materia del disco, y los planetas internos no podían acumular elementos gaseosos porque hacía demasiado calor para que se condensaran, en cambio había billones de toneladas de gas y agua, lo que explica la diferencia de tamaño entre los planetas internos y los gigantes gaseosos.



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