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lunes, 16 de febrero de 2009

Pascual Foresi – conocimiento y saber humano en el carisma de la unidad.

…De hecho, yo tengo un conocimiento subjetivo de mí, limitado por lo que capto de mí mismo. Otra persona, cualquier persona, a su vez, me conoce de una manera distinta de la que yo me conozco. En cambio, Dios, y solo Él, me conoce de la manera en que se conoce a sí  mismo en las relaciones trinitarias, es decir, subjetiva y objetivamente a la vez.

Entonces, ¿cómo podemos conocer algo objetivamente? Podemos hacerlo si lo captamos desde dos puntos de vista opuestos. El amor, el ágape es lo único que hace posible esta conjunción.

Yo me conozco cuando me sitúo en el otro y me veo desde su punto de vista; por lo tanto me conozco mediante un acto de amor, no intelectualmente. El acto de situarme en la otra persona me permite captar lo que ella conoce de mí, que unido al conocimiento subjetivo que tengo de mí, me permite conocerme objetivamente.

En este sentido, puedo establecer la unidad con otros en un plano nuevo, el del conocerme y del conocer. Por eso, el amor, que mantiene viva la presencia de Jesús en medio de nosotros (Mt 18, 20), nos hace partícipes de la vida de la Trinidad también en el sentido de que nos permite participar, en la medida de lo posible, en el conocimiento perfecto y completo que el Padre tiene del Verbo y el Verbo del Padre. Por lo demás, éste es el tipo de conocimiento que el mundo contemporáneo anhela, aunque a veces no sea consciente de ello.

Esto fortalece nuestra convicción de que, mediante una concepción más rica y vital del ser, el carisma de la unidad puesto en práctica ofrecerá también un conocimiento más pleno al saber humano.

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