
“La vida de los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, su partida de entre nosotros, como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que eran castigados, pero ellos esperaban seguros la inmortalidad.

Sufrieron un poco, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba, y los halló dignos de sí: los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto.
El día de la cuenta resplandecerán ellos como chispas que prenden por un cañaveral. Gobernarán naciones, someterán pueblos, y su Señor reinará eternamente. Los que en él confían conocerán la verdad y los fieles

permanecerán con él en el amor, porque sus elegidos encontrarán gracia y misericordia.”
(Sab. 3, 1-9)
0 comentarios:
Publicar un comentario